TREKKING EN TONGARIRO NATIONAL PARK

Aunque fuimos a dormir relativamente cerca del punto de inicio de la excursión, los 50 minutos de coche no nos los quitó nadie. Y es que para poder dormir gratis y legales, a veces nos tenemos que desviar de nuestra ruta un buen trecho.

Nos pegamos un madrugón de campeonato y fuimos las primeras en salir de nuestro campsite, y aún así, al llegar al parking de la Mangatupopo Hut (donde se inicia el trekking) allí ya había unos cuantos coches.

Unos bocatas de pan de molde con pastrami y con mermelada (por separado, no todo junto) y echamos a andar.

Se trata del Tongariro Alpine Crossing, que es una ruta sólo de ida, de unos 18km y unas 8 horas de duración.

Hicimos nosotras eso? No.

Al acabar la ruta en la otra punta del parque, sólo hay dos opciones para volver al coche: pagar los 30$ por cabeza que vale el bus que se dedica a ello (un robo a mano armada), o hacer combinación de coches con alguien que también vaya a hacer el trek (algo harto complicado porque tienes que quedar con esa gente que son desconocidos el día antes, y organizarte y blablabla).

Lo que hicimos nosotras fue la mitad de la ruta y después volver por donde habíamos venido. Añadiendo además, el ascenso al Monte Tongariro, que ya cuando estas por allí arriba es un paseo.
Y lo hicimos así porque en realidad lo más interesante del recorrido está en la primera mitad. Así que nos ahorramos 60$ y vimos e hicimos todo lo que se viene a ver y hacer aquí.

La primera hora es un plácido paseíto hasta alcanzar el fondo del valle, que en buena parte está entarimado para evitar la erosión, pues toda la zona es producto volcánico pero la vegetación empieza a apoderarse de ella y eso hay que protegerlo.

El Monte del Destino se va despejando

En este primer tramo aún estaba el sol haciendo esfuerzos por salir, y un gran manto de nubes cubría todo lo que ansiábamos ver, así que andábamos parloteando y se hizo rápido. Las predicciones meteorológicas que habíamos consultado el día anterior decían cada una algo distinto, exceptuando sólo las probabilidades de tsunami y de erupción volcánica inminente.

Así que nuestra idea fue subir aunque sabíamos que habría nubes pululando todo el día, y esperar que en algún momento el Monte del Destino se dejara ver.

Porque sí, la atracción de la jornada era por partida doble: por un lado estaba la misión de subir hasta la cornisa que permite ver los Emerald Lakes, y por otro la posibilidad de disfrutar de la imponente faz del Monte Ngauruhoe, o como lo conocemos prácticamente todos, el Monte del Destino, el lugar al que Frodo tuvo que llevar el anillo de poder caminando durante tres películas enteras para lanzarlo allí donde se forjó y destruir así a Sauron.

... Total, que de momento no se veía ná!

El Ngauruhoe y el South Crater quedan atrás

Y cuando se alcanza el fondo del valle, antes de la subida fuerte en la que todo hijo de vecino se para a quitarse ropa, ponerse crema, beber agua y recuperar el aliento, encontramos... Dos WC!!!!!!! (Yo sé de uno que lo de las tarimas lo habrá podido superar, pero esto ya no... Y lo entiendo).

Pero bueno, es que en este país están bastante obsesionados con la limpieza en el medio natural, y teniendo en cuenta la cantidad de turistas que acuden aquí cada año, y que todos metemos los morros en los parques naturales y nacionales (otra cosa que hacer tampoco hay, ya te lo digo), y que no todos estamos tan bien enseñados como ellos querrían, pues prefieren ponerte un water antes de que dejes el monte minado por doquier.

Así que yo hago como que no lo veo, porque madre mía... Y empezamos a subir, durante unos 45 minutos, pero de subida picante!! Eso sí, todo tramos de escaleritas de madera, también para evitar la erosión y un poco para facilitar la progresión porque en este punto nos encontramos en una súper tartera de escoria volcánica que sería de esas de tres pasos palante y dos patrás.

Y así nos plantamos en el borde del south crater, que es enorme, y podemos ver a nuestra derecha el Monte Ngauruhoe, que a medida que ha ido pasando la mañana se ha ido deshaciendo de esas nubes que lo rodeaban y a nuestra izquierda el Monte Tongariro. Éste último, le da nombre al parque nacional, no entiendo muy bien porqué, ya que es el más pequeño y tirando a feote, pero ahí está.

El Monte Ngauruhoe, sin embargo, es espectacular y me atrapa desde el primer momento de tal manera que no puedo dejar de mirarlo por más que pasen las horas. La forma, los colores, la imponente altura en una vertical que parece imposible de domar desde donde nos encontramos, ejercen un poder de atracción brutal... Quiero subir!!!!!!

Hasta ahí quieres subir!!? Te espero en el bar

Pero Eli me quita la idea de la cabeza y seguimos nuestro camino hacia los lagos, aunque no dejo de mirarlo jiji (hay feeling).

Red Crater

Una vez atravesado el South Crater se sube por una pared cómoda ligeramente expuesta pero que han equipado con cadenas en los tramos más comprometidos, y en un ratito de nada, después del collado donde se encuentra el desvío a la cima del Tongariro y de descubir el alucinante Red Crater, de repente aparecen a nuestros pies los tres lagos de un color azul verdoso, los ansiados Emerald Lakes.

Por un momento te vuelves majareta y no paras de hacer fotos, a los lagos, al Cráter Rojo, al Monte del Destino, a ti con una cosa detrás, al guiri de turno que te pide que les hagas una foto con cara de frikys, a todo!!! Y por un momento pensamos con claridad y decidimos aposentarnos ahí, al borde del abismo y desayunar con esa panorámica de fondo.

Abajo los Emerald Lakes, al fondo a la izquierda el Blue Lake

Y una vez lo habíamos mirado y remirado todo, empezamos a desandar nuestros pasos, aunque antes de bajar al South Crater de nuevo, nos desviamos un rato para coronar la cima del Tongariro (1967m.) y así acabamos de echar la jornada y pude disfrutar de una picadura de bicho raro/chungo en el borde del hueco poplíteo de mi rodilla derecha (Sheila, esto va para ti) el picor infernal de la cual me duró por lo menos una semana y media!

Cima del Tongariro

La vuelta al coche fue sosegada, pero al llegar al valle, cuando ya sólo nos faltaba llanear una hora y poco, al faltar la brisa montañera de las alturas, empezamos a notar que nos ardían todas las partes de piel que no llevábamos tapadas.
Muy inteligentemente habíamos paseado todo el día la crema solar dentro de la mochila sin ponernos ni una vez... 

Después de una buena ducha, tomando un capuccino (aquí lo hacen suuuuper bueno!) y un batido de plátano, concluimos que es una excursión genial y que sin duda, es de las mejores cosas que se pueden hacer en Nueva Zelanda. Y GRATIS!!!!

Cuidado, no vayas a atropellar un kiwi! ¬¬'