LA FIESTA DEL AGUA

Continuando con nuestro Road Trip en NZ llegamos a la localidad de Rotorua, la zona termal más dinámica del país y donde puedes estar paseando por un parque en medio de la ciudad rodeada de mini géiseres y piscinillas de lodo en ebullición, algo extremadamente curioso. 

Al llegar nos acercamos primeramente al I-site, un santo ritual que hacemos cada vez que llegamos a un nuevo pueblo para recopilar toda la información posible (y cuando hay oportunidad, ir al lavabo o pillar wifi), y fue entonces cuando se me encendieron los ojillos al ver todos los folletos informativos de baños termales que ofrecían por la zona. Después de los días de paliza y agotamiento que llevábamos arrastrando no imaginaba manera mejor de despejarnos y cargar pilas que en uno de los fantásticos baños termales que teníamos delante... así que haciéndole un poco la mirada del gato de Shreck a Cris, conseguí que la primera actividad del día fuera relajarnos y catar esas aguas de las que esta parte del país se siente tan orgullosa!

Nos decidimos por un recinto que estaba a las afueras de la ciudad, Waikite Valley. La  entrada costaba 9€ por utilizar las 6 piscinas termales exteriores durante tiempo ilimitado, precio más que perfecto, y las vistas... inmejorables. Por un momento sentimos que nos habíamos teletransportado de “El señor de los anillos” a “Jurasic Park”.  Una imagen vale más que mil palabras…

 

Después de nuestra sesión de relajación continuamos explorando Rotorua ya a full de energia, y de entre todas las zonas geotermales que se pueden visitar (pagando, claro) nos decidimos por Orakei Korako, una de las más apartadas y de las menos visitadas. La entrada cuesta 34NZ$ y es una ruta de una hora y poco por la que vas paseando entre géiseres y terrazas de sílice con ese característico olorcillo a huevos podridos que emana de la tierra hirviente. Para poder visitar todo esto, primero 

cruzamos el lago que da acceso al circuito con una barca pilotada por un maorí gigante pero muy majo; el barquero, vaya (Caronte para los amigos). La verdad es que el espectáculo que forman los géiseres es algo digno de ver, la mayoría no superan los 4 o 5 metros pero son muy activos y están en constante movimiento durante todo el día. Fuimos todo el trayecto solas, algo que también nos sorprende, y es que aquí en Nueva Zelanda no se crean aglomeraciones para nada, excepto para la Hot Water Beach, claro. 

Y para finalizar el día de la fiesta del agua fuimos a ver las Huka Falls. Una cascada de unos 10 metros, que aunque no parezca tener demasiada altura lleva un caudal impresionante, y al estrecharse la garganta por donde pasa justo en esa caída, da mucha impresión. Había gente haciendo “salto de cascada” en unos mini kayaks y me encantó! Si no supiera que me iban a cobrar como mínimo 60 eurazos le habría vuelto a poner los ojitos del gato de Shreck a Cris y me habría animado a hacer la guirufada del día y tirarme por ahí con ellos. Pero no, y probablemente gracias a ello sigo viva. De esto no tenemos fotos porque no atinaba con la GoPro y no conseguí inmortalizar ná de ná… a cambio podemos proporcionar algún que otro selfie pasado por agua, que hay que saber posar dignas hasta en las condiciones más adversas!

Un día completito que acabó con un buen rato de carretera, atravesando el Lago Taupo mientras se ponía el sol, y ya encaradas hacia el Tongariro National Park (aaaiiisss, algún día había que andar...).