KIA ORA DESDE LAS ANTÍPODAS

Por fin el primer post!!

Llegamos a Nueva Zelanda de madrugada y pasamos la noche en el aeropuerto de Auckland a la espera de que fueran las 09:00 de la mañana para llamar a la empresa de alquiler y que vinieran a buscarnos para entregarnos la furgo que teníamos reservada.

Ojo, porque la terminal internacional del aeropuerto es pequeñaja y en la planta de arriba hay una zona de restauración abierta toda la noche con sillas y mesas y algunos fantásticos sofás que, para cuando nosotras quisimos conquistar, estaban ya ocupados. No somos tan hippis como nos creíamos y allí había mucha gente de todos los estilos y edades pasando de pagar 40$ por un alojamiento para dormir unas pocas horas.

Tuvimos la gran suerte, a eso de las 5 de la mañana, de darnos cuenta de que las duchas que teóricamente debían estar cerradas y sólo podían abrirse con la llave bajo la custodia del personal del I-site y previo pago de 5$ por cabeza, estaban milagrosamente abiertas. Ea, pa dentro!

Y así pasaron las horas hasta que vinieron a recogernos.

Entre una cosa y otra, nos pusimos en marcha hacia las 12 del mediodía, ya que previamente hubo que hacerse a la idea de conducir un coche automático, con el volante a la derecha y circulando por la izquierda. Casi nada....
Y obviamente, salir de Auckland no fue cosa de cinco minutos. Conste que llevamos mapas a la vieja usanza y nada de GPS.

Para nuestra primera jornada nos contentamos con salir del bullicio hacia el norte y conducir sin rumbo para tener una primera toma de contacto con Aotearoa (así llaman a  Nueva Zelanda los maorís).

Aquí uno comprende muy rápido que Hobbiton esta en todas partes. Kilómetro tras kilómetro van sucediéndose las colinas verdes y pobladas de vacas u ovejas que nos recuerdan obligadamente a La Comarca.
En realidad es fácil pensar en Cantábria o el País Vasco, conduciendo por aquí, pero estos cerros neozelandeses tienen la particularidad de ser mas redondeados y puede que algo así como más bajitos. No sabría explicarlo muy bien, pero son distintos.

Llenar la despensa fue la misión que teníamos ese primer día y la cumplimos sin problemas aprovisionándonos de muchas cosas duraderas para quitarnos faena de en medio. Las frescas como carne, verduras o fruta las iremos comprando sobre la marcha, que la nevera es pequeña y va a bolsas de hielo. 

Así que después de un picnic en la playa y de remojarnos los pies por primera vez en el Mar de Tasmania, trazamos nuestra ruta para los siguientes días en función del tiempo que queremos invertir en cada isla y de las cosas que pretendemos hacer. Y fue así como volvimos sobre nuestros pasos y nos encaminamos hacia la península de Coromandel, donde al día siguiente nos organizamos muy bien para hacer dos buenas guirufadas.

Primero visitamos Cathedral Cove, que es una playa que se encuentra dividida por un peñasco en el que hay una cueva que hace las funciones de túnel o pasillo, muy bonito. Y muy lleno de gente también. Se llega tras un paseo de unos 40 minutos y las vistas por el camino valen mucho la pena.

Después de esto nos acercamos a la playa donde se encuentra la conocidísima Hot Water Beach, que es una zona en la que cuando la marea está baja, se puede cavar un poquito en la arena y encontrar agua caliente. Qué digo, caliente... Ardiendo!!! 

Parece ser que puede salir agua hasta a 70º de temperatura, cosa que comprobé muy a mi pesar y de manera accidental con las plantas de mis pies. Estuve dos días con ardor de pies, por favor...

Cathedral Cove

Total, que la gente se alquila palas en el bar del aparcamiento (los pros se la traen de casa. Vimos palas más grandes que algunas personas) y se cavan unas piscinas individuales o conunitarias, según les interese, y se meten ahí a pasar el rato en el agua calentita.

Juraría que no hicimos ninguna foto de esta última atracción. Llegamos en pleno apogeo piscinístico calentorro y nos incomodó un poco la situación. Era entre súper guiri y súper casposo y había mil personas allí metidas a remojo.

Eso sí, curioso es un rato. Y la playa es muy chula, así que nos quedamos por allí a hacernos la comida y comer tiradas en una zona de césped tomando el sol. 

Y carretera hacia nuestro parking/dormitorio particular, ya encaradas hacia Rotorua y el Lago Taupo, pero eso es otro contar.

La Hueva