sábado, 24 de octubre de 2015

PAI, POR EJEMPLO


El tiempo que vivimos en Tailandia nos dio para ver mucho, pero lógica y afortunadamente no para todo. Es por eso que antes de cada nuevo paso debíamos decidir hacia dónde íbamos a darlo y, en este caso, entre Chiang Rai y Pai, nos quedamos con el segundo.

El porqué es sencillo: nos daba igual. Ambos destinos tenían atractivo ante nuestros ojos así que simplemente nos decantamos por el menos conocido y más rural.



Pero llegar a Pai no es plato de buen gusto... Cualquier trayecto en Tailandia puede ser un infierno si uno se está moviendo en minivan y su conductor es el "chofer tailandés standard". Sumemos a esta generalidad las 762 curvas que hay que superar en subida para llegar al pueblo, y el conductor más malo que nos hemos echado a la cara en la vida. Y sumémosle también, ya que estamos, tres singapureñas vomitando y 40 grados de temperatura dentro del vehículo.
A toro pasado digo: Si vas a ir a Pai, y tienes la posibilidad, hazlo en moto.


Pues eso, que llegamos a Pai con un asco en todo lo alto que cuando nos bajamos del pxxx coche todo nos parecía mal. 
Esquivamos a los vendemotos y vendehabitaciones rápidamente y nos metimos en el primer bar con wifi que vimos, para poder buscar con calma el alojamiento que habíamos reservado y así ir a tiro hecho, pues hacía muchísimo calor y yo me encontraba muy mal.

Pero claro.. Por una de esas leyes del tipo Murphy que rigen los acontecimientos de la vida y los conduce por sendas de puteamiento extremo, coincidencias demoníacas y circunstancias desfavorables que se atraen unas a otras entre sí como los pelos que caen al suelo de casa que se unen formando verdaderos universos, ocurrió que la localización del alojamiento estaba mal ubicada en San Google Maps. Esto acabó con cerca de dos horas de dar vueltas como peonzas por las cuatro calles del pueblo de Pai, pasando una y otra vez por los mismos sitios, cargadas con las mochilas, abrasadas, con mal cuerpo, y yo con los dolores...
Así que nos metimos en un garito a comer, que ya era hora. Y conseguimos enganchar el wifi de algún otro local y, con un árduo trabajo de investigación, concluimos que la guesthouse estaba a 5 minutos andando.

Después de la sopa de noodles y del ibuprofeno, nos dirigimos allí con la idea de ponernos a remojo en la piscina que había en el jardín.
Bien, lo de la piscina lo tuvimos que cambiar por una ducha porque resultó estar fuera de servicio. No nos lo dijo el chico, pero el color del agua era bastante revelador.


La primera impresión de Pai no fue nada positiva. Todas las minivan dejan a la gente en el mismísimo centro de la minúscula población y se lía una algarabía entre guiris, motos, minivans y captadores, que nos pareció que aquello que nos habían contado de pueblecito hippie en las montañas había pasado a mejor vida.
  



Pero cambiamos de opinión después de poder descansar un rato en la habitación, cuando salimos a pasear, ya caída la noche, y pudimos disfrutar de la verdadera tranquilidad del lugar. Un mercado variado pero con mayoría de puestecitos de comida se alargaba por la calle principal, ahora cerrada al tráfico.


Todos los bares y restaurantes invitaban a entrar, cada uno con su música (muchos con actuaciones en vivo) y la mayoría con cojines en el suelo para cenar o tomar algo.
El ambiente era de calma, de relajación total, cosa muy difícil de encontrar en cualquier núcleo de población tailandés.

Al día siguiente, el único que pasaríamos entero en Pai, nos fuimos a desayunar fuerte y a por una moto para explorar algo de los alrededores.
La lástima era no poder disfrutar del mayor atractivo de la zona, los campos de arroz. En esta época del año estaban más secos que la mojama. Y no me extraña porque el calor era insoportable.

De todas maneras, pasamos el día investigando rincones.


Nos dimos unos chapuzones en unas cascadas, por las que anduvimos trepando y saltando junto a un grupo de jóvenes tailandeses y algún que otro guiri como nosotras. Tengo que reconocer que el color del agua no distaba mucho del de la piscina del alojamiento, pero cuando una ve que la gente se baña y sale a flote con vida, pues como que se anima un poco más...


Nos acercamos a ver el gran buda blanco en Wat Phra That Mae Yen, más conocido entre los extranjeros como "Temple on the hill". Con la moto se sube hasta la base, donde hay un pequeño templo y una paradita de bebidas y chucherías. Luego se suben unas cuantas escaleras que, a día de hoy, están aún en construcción, y cuando estás llegando arriba debes descalzarte. Esto último fue un suplicio porque hacía un calor insoportable y resultaba imposible pisar ese suelo abrasador sin ninguna sombra más que la minúscula que proyectaban los muritos a medio hacer.


Tuvimos la suerte de encontrar, de pura casualidad, una especie de piscina municipal enorme que se repartía a medias entre los extranjeros que estábamos allí de paso y los hijos adoptivos de la pequeña localidad de Pai (vendrían a ser la generación actual de hippies instalados allí). Todos ellos, estos últimos, con sus retoños si no nacidos en Tailandia, sí criados allí. Y muchos de ellos casados/as y/o arrejuntados/as con tailandeses/as.

Ni que decir tiene que el par de horas más insoportables del día, a más de 40 grados de temperatura, los pasamos a remojo. A ratos cerveza en mano, a ratos jugando con los churumbeles.

Tuvimos un poco de mala puntería con la puesta de sol y llegamos para ver el último guiño desde el Cañón de Pai, una zona digna de un paseo.


No voy a decir que Pai es un enclave hippie a día de hoy. Es un sitio turístico, y mucho. Pero conserva cierto encanto en sus calles y en los alrededores, que hacen que merezca la pena pasar un par de días por allí, un sitio tan alejado de todo y a la par con tanta vida.

El viaje continúa vivo y nos esperan unas cuantas horas de interminables carreteras hasta nuestro próximo destino!

6 comentarios :

  1. Ya era hora de que pusierais algo en el blog que esto está muy abandonado!!!

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  2. Lo hacéis muy bien. Ánimo y seguid con un poco más de premura :)

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  3. Lo hacéis muy bien. Ánimo y seguid con un poco más de premura :)

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  4. Sí, por Tutatis. Un poquito de por favor, que cuando lo acabéis ya estaréis preparadas para pasar frio, leñe.

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  5. Hola.... Ha pasado mucho tiempo y mucha gente nos hemos quedado con las ganas de saber cómo terminó este viaje... ¿Fue todo bien?. Este corte me ha dejado con las ganas.

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